Los niños autistas tienen grandes dificultades para empatizar con otras personas e interpretar sus sentimientos, así como las expresiones faciales que van aparejadas a cada uno de ellos. Sin embargo, se sabe que suelen tener un excelente razonamiento matemático, y pueden llegar a mejorar su vida social aprendiendo a reconocer de forma lógica las emociones. Sin embargo, el hecho de tener a una persona como profesor o tutor puede hacer que muchos de estos niños rechacen el aprendizaje, y es ahí donde entra en acción el siguiente proyecto de investigación, llevado a cabo por el Centro de Investigación Enrico Piaggio de la Universidad de Pisa en colaboración con psicólogos Escuela Normal Superior de París y dentro del marco del proyecto europeo EASEL de robótica humanoide.
El proyecto consiste en el https://www.futurisima.com/wp-content/uploads/2005/09/katrina.jpg de un autómata de apariencia femenina que es capaz de interactuar con los niños y de expresar distintas emociones en su rostro, para que a partir de la repetición estos sean capaces de reconocer cómo es una sonrisa o un gesto de pena, y que ambos gestos van asociados a sentimientos de alegría y de pena.
El hecho de que el robot tenga aspecto de mujer no es casual, ya que los niños autistas suelen estar habituados al contacto con terapeutas, que suelen ser mujeres en mayor proporción, y también están más unidos a sus madres por lo normal. De ese modo no les resultará tan extraño encontrarse con un robot con esta apariencia. “La idea de fondo es que estos niños tienen una gran inteligencia, pero tienen problemas para percibir las emociones. Nosotros no arreglamos su enfermedad. Pero permitimos que aprendan a reconocer estas emociones usando un ser que no les provoca, por ser artificial, el rechazo que sentirían hacia un desconocido”, explica Daniele Mazzei, uno de los investigadores de este proyecto.
Así mismo da algunas indicaciones del futuro de esta iniciativa: “el proyecto se ha impulsado con el autismo, pero quiere ir más allá. El robot que estamos desarrollando emplea un análogo del cerebro humano que le permite emular el razonamiento humano. Lo que creemos que falta en robots domésticos de éxito como Roomba es la posibilidad de establecer una relación empática. Sea en un museo, en casa o en un aula. Eso estamos explorando”.