Te proponemos un ejercicio mental: intenta recordar a bote pronto cuántas contraseñas diferentes puedes llegar a almacenar en tu memoria entre todos los servicios de Internet que utilizas normalmente. Seguramente pierdas la cuenta o no seas capaz de hacerte ni siquiera una idea. Al final tenemos que acabar apuntándolas en algún papel o utilizar alguna regla mnemotécnica, que tampoco aseguran que en un momento dado vayamos a olvidarlas o, peor aún, que alguien nos las robe y acceda sin nuestro permiso a nuestras cuentas de usuario.
Por todo ello una startup salida de la Oxford University, llamada Oxford Biochronometrics, propone un nuevo y revolucionario método para identificarnos a nosotros mismos sin posibilidad de error, y de hacerlo incluso con más eficacia que si registrara nuestras huellas dactilares o nuestra retina. Se trata de lo que se ha dado en llamar el eDNA o ADN electrónico. ¿En qué consiste este concepto? Se trata de la medición pormenorizada de centenares de comportamientos e interacciones de una persona con los contenidos digitales, para grabar y parametrizar gestos tan nimios como la forma de sujetar el teléfono, la velocidad a la que tecleamos o el modo en que movemos el ratón.
Los investigadores están convencidos de la eficacia del método y consideran que tienen ventajas claras sobre otros métodos de encriptación. Por ejemplo, es virtualmente imposible de falsear (como mucho se puede intentar imitar el comportamiento de una persona, pero no se puede copiar al cien por cien) y por otro lado permite diferenciar fácilmente entre personas reales y bots automatizados, facilitando su detección y reduciendo los niveles de spam.
No obstante, este método tan innovador tiene delante de sí algunas trabas que salvar. Además de garantizar su fiabilidad con niveles lo más cercanos posibles al cien por cien, tienen que salvar el escollo de la privacidad. Habría que ver si los usuarios estarían dispuestos a dejarse monitorizar hasta tal grado de detalle sin sentir violentado su derecho a la intimidad, ya que a fin de cuentas se observaría todo su comportamiento frente al ordenador y el resto de dispositivos digitales.
Habrá que ver cómo evoluciona esta tecnología y cómo se acaba concretando su funcionamiento.