Cuando un animal pierde una de sus extremidades, también pierde lógicamente capacidad de desplazamiento. Pero tras un período de adaptación más o menos largo, acaba acostumbrándose y adapta en lo posible su forma de andar. Sin embargo con los robots este hecho sigue suponiendo un problema a día de hoy, ya que hay que volver a decirle «cómo se camina», utilizando una o dos extremidades menos. Ello requiere infinidad de nuevos cálculos: posición de las extremidades, ángulo de las articulaciones, fuerza de los apoyos, etc. Este reajuste podría llevar varias horas mientras se hacen todos los cálculos necesarios, por lo que las soluciones existentes hasta el día de hoy son más bien poco operativas en entornos de uso real.
Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad París-Sorbona ha encontrado una vía para que este proceso de reajuste de los equipos robóticos pueda llevarse a cabo en cuestión de pocos segundos, con lo que de repente se soluciona de un plumazo cualquier problema relacionado con una rotura o avería de una de las extremidades del robot. El secreto está en tener calculadas de antemano las operaciones necesarias para reajustar los movimientos, en caso de que se averíe cualquiera de los elementos móviles que hacen posible que el robot camine.
Por decirlo de forma resumida, se calcula con antelación distintos «modos de caminar» según las situaciones previstas. Según aseguran los investigadores, de momento unas 13.000 «gaits» o «walking patterns». Cada vez que una extremidad recibe un daño determinado, el robot elige el «pattern» en el que ésta se utiliza menos, para facilitar el trabajo de caminar. Además, luego se va readaptando, escogiendo distintas formas de caminar, para medir la velocidad que alcanza con cada una, hasta que encuentra la más apropiada de todas. Todo un chico listo, ¿verdad?
Según los responsables del proyecto, «esta nueva técnica permitirá crear robots más robustos, efectivos y autónomos». Y lo que no dicen, pero casi todos pensarán, es que también producirán robots mucho más «cool», aunque al mismo tiempo más aterradores. Y es que todavía no estamos del todo acostumbrados a que un engendro mecánico se mueva del mismo modo que un animal. Pero tiempo al tiempo.