Los avances de la robótica son cada vez más asombrosos, permitiendo realizar de forma automática, y cada vez con mayor precisión, tareas que antes solo podía encargarse de hacer un humano. Pero además, los resultados de muchas de estas labores robotizadas cada vez son más indistinguibles de los que ha podido hacer una persona. ¿Un ejemplo? La escritura a mano. Presta atención a la imagen que aparece abajo. ¿Cómo determinarías si está hecha por un ser humano o por una máquina? Una pista: la respuesta hay que buscarla en el grado de perfección o de imperfección de la escritura.
Seguramente lo hayas adivinado: la escritura procede de una mano robótica. Mientras que una persona es difícil que escriba dos letras exactamente iguales, puedes observar por ejemplo que los puntos sobres las íes están situados siempre a la misma distancia de su letra. Las enes también son muy parecidas entre sí, aunque se intente variar la forma entre palabras para dar mayor sensación de «humanidad». Otra pista: ¿no te parece que las letras tienen una tinta demasiado uniforme? Exacto. Todas las letras tienen la misma cantidad de tinta porque reciben la misma presión de la mano robótica. Sin embargo una persona cuando escribe tiende a presionar más o menos sobre el papel mientras escribe.
Esta prueba procede de Maillift, una empresa que se dedica a enviar de forma masiva cartas escritas a mano, y que paga a personas con buena caligrafía para que se dediquen a esta labor. Cuentan sus responsables que el próximo test de Turing precisamente va a consistir en dilucidar si una máquina es capaz de escribir a mano con la misma naturalidad que una persona, y no dudamos que llegará el momento en que eso pase. Reconociendo dónde están las imperfecciones (que no dejan de ser «perfecciones») que hacen que se distinga su carácter automatizado, seguro que acaban dando con la fórmula en un futuro no muy lejano para que nuestro cerebro no sea capaz de aclararse.
¿Llegaremos a un escenario en el que ni siquiera hará falta saber escribir a mano? Esperemos que no, porque hacerlo ya es todo un placer por sí mismo.